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martes, 31 de marzo de 2009

“Ahora que tienen sal, mis ojos pueden ver hacia atrás”

(Cba Noticias) Cecilio Manuel Salguero es uno de los sobrevivientes de la última dictadura militar. En una conversación abierta nos cuenta sin reparos su recorrido por centros de detención clandestinos, los abusos y temores que experimentó. Esta semana Cecilio desanda con la mirada atenta la ruta que alguna vez transitó con una venda en los ojos.

- Las experiencias de las personas que logran sobrevivir a dolores tan grandes, enriquecen la memoria, suman razones para seguir buscando verdades ¿Cuál fue su experiencia?
- Fui secuestrado en la vía pública, cuando iba a mi trabajo en una empresa metalúrgica, por una patota de La Perla.
Vendado y atado, me llevaron al centro del D-2 donde me torturaron y luego de unos días pasé a La Ribera. Ahí también me sometieron a lo mismo.
Después de unos días me trasladaron a la cárcel de San Martín. Allí conocí la fuerza que se destinaba a los castigos contra presos políticos. Estuve en el pabellón 9 y 10, hasta que me llevaron a La Plata en octubre de 1978.
Durante la prisión me sacaron dos veces de la cárcel para torturarme en la D-2 de Caseros y Moreno. Este es el centro clandestino que se recuperó el viernes, con la ayuda del Centro Provincial de la Memoria. Estos son pasos importantes en este proceso de rescate de lo nuestro. Lo que nos quitaron lo estamos recuperando de a poco.




















Allí operaban, entre otros, los comisarios Telleldín, Esteban, Romano y un conjunto de policías de informaciones entre quienes también había jóvenes que hacían inteligencia en las universidades.
Me acuerdo haber confirmado que los traslados los efectuaba la gente del ejército, bajo las órdenes del represor Centeno.

- Me imagino que no solamente el cuerpo sufre golpes en esos momentos ¿cómo hacías para mantener tu ánimo firme contra todo lo que pasaba?
- Mira… En la caja de un camión militar, debajo de caños de FAL que me apuntaban la cabeza, tenía que mantenerme seguro de lo que era. La seguridad, mis creencias, todo lo que me inculcaron me dio mucho para esos momentos.
Imagínate… estuve 20 días vendado y fui sometido a torturas durante varios días por la patota de Romano.

- Mientras… el mundial
- En esa época estuve en la cárcel de San Martín. Allí estaban detenidos mi esposa, María Lidia Piotti de Salguero, y varios familiares de presos políticos quienes fueron torturadas. Para mí no existía nada más. Yo perdí cuatro familiares con la dictadura. Pude ver a mi esposa en condiciones lamentables, quien luego por las torturas recibidas fue internada en el Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba y posteriormente a la cárcel de mujeres del “Buen Pastor”. Me amenazaban con torturar a mis hijos pequeños, Manuel y Emiliano de 4 y 5 años. Argentina no estaba ganando nada, estaba perdiendo por goleada.


Pausa. Algo interrumpía la entrevista, eran lágrimas que recorrían grandes surcos cavados en la mejilla de Cecilio por antiguas gotas, empeñadas en dejar marcas de belleza, dedicadas al amor de los que no están más. Las lágrimas son el primer paso. Me dí cuenta al ver a Cecilio, que decidido se secaba la cara y resolvía una frase sin hablar: “Ahora que tienen sal, mis ojos pueden ver hacia atrás”.

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